En respuesta a su artículo publicado el 8 de diciembre de 2015 en La Vanguardia
Carta abierta a Ana Macpherson en PDF
Estimada Ana Macpherson,
Nos hemos encontrado con una repetición que no sabemos interpretar. Sí suponemos, sin embargo, que algo quiere decir. Este fue el principio con el que se llegó al desciframiento de la Piedra de Rossetta: la repetición de un mismo elemento, en dos lugares diferentes, indica la presencia de una intención del autor del signo y de un mensaje a descifrar.
Así, leemos con estupefacción su artículo publicado ayer en La Vanguardia, titulado “Padres de niños autistas exigen a Salud una atención actualizada para sus hijos”. Certificamos que es la segunda vez que usted refleja en las páginas del diario plural en el que usted trabaja, una posición sesgada sobre un tema tan complejo como el autismo.
En la primera ocasión, su artículo titulado “Empujón al autismo”, publicado el 8 de julio de 2013, parecía iniciar una serie de ellos que pretendería reflejar la diversidad de sensibilidades que están presentes en nuestro país a la hora de abordar el autismo. Así es como usted misma me lo transmitió por teléfono, después de conversar durante largo tiempo sobre la perspectiva de la que parte el psicoanálisis lacaniano. Nunca apareció un artículo donde quedase reflejada nuestra conversación.
Ahora, su posición parece radicalizarse. No solo no refleja la complejidad del autismo con la que deben enfrentarse psicoanalistas pero también profesionales sensatos y científicos serios, sino que su reconocido bagaje periodístico se pliega a servir de plataforma a una asociación de padres que acumula ya los dejes de una posición un tanto autoritaria.
Sería largo en esta carta entrar en la historia de la Asociación Aprenem, de la que usted se muestra hoy cerca. Lo haremos en otro momento que resulte más oportuno. Pero queremos advertirle de los efectos no deseables que una posición, como la que esta asociación sostiene, genera entre los profesionales de este país concernidos por el tema del autismo.
La realidad de las comunidades que usted cita en el artículo es muy particular en cada uno de los casos pero, estamos seguros, nada comparable con la realidad catalana. En efecto, en Cataluña, la existencia de la red de Centros de desarrollo y atención precoz y de Centros de salud infanto-juvenil de la Generalitat de Catalunya, y la formación de los profesionales que allí trabajan, se ha convertido en un modelo asistencial en otros lugares. La atención que ofrece es seguro mejorable pero nos consta que muchos responsables políticos y profesionales concernidos saben de la necesidad de ocuparse de las dificultades por las que pasan los niños y adolescentes, y sus familias, cuando el autismo irrumpe en sus vidas.
En este sentido, un artículo como el suyo es seguro leído como un menosprecio al trabajo de esos profesionales y a su formación continuada. Porque es importante tener presente que los síntomas propios del Trastorno del Espectro Autista no pueden reducirse, de entrada, a una incapacidad del profesional que los atiende sino, en gran parte, a la posición autista misma. Le recomiendo que lea, si no, la immutabilidad de los síntomas autistas a la que se refería Leo Kanner en su texto más conocido. ¿Cree usted que es consciente de esto el padre al que ha dado voz en su artículo?
Resulta tremendamente preocupante, por otro lado, no encontrar la expresión de uno de los principios periodísticos que figura en el código deontológico del periodista, que seguro usted conoce. Contrastar los datos con cuantas fuentes periodísticas sean precisas implica buscar un testimonio que problematice lo que se dice. Ese será un modo de encontrar, creemos, la complicidad de un lector que no esté de acuerdo con los argumentos que usted pretende hacer pasar, lo sepa o no. Nos preguntamos si es que no ha podido encontrar padres que hablen con emoción de la ayuda recibida en uno de los centros públicos que menciona, orientando incluso su práctica desde el psicoanálisis. Parecería que debería buscar por fuera de la asociación que le ha abierto sus puertas o, si lo prefiere, dirigirse a quien le escribe esta carta, que volverá a atenderla con gusto.
Hay algo más que insiste en sus artículos y es la evidencia científica que se le suponen a algunos métodos aplicables al autismo. Si bien la Medicina basada en la evidencia (EBM) está cediendo ya el paso a la Medicina basada en los marcadores biológicos –está por ver qué incidencias tendrá este cambio profundo en los métodos basados en resultados científicos contrastados-, no hay todavía ningún estudio que certifique la validez científica de ninguno de los métodos y tratamientos en disputa. Por cierto, la Estrategia Nacional de autismo, que usted cita, no se ha pronunciado de manera clara sobre esta cuestión. En cualquier caso, queremos animarla a entrar en la supuesta validez de los métodos intensivos a los que parecen referirse los padres a los que ha consultado. Podemos aportarle material de sumo interés sobre estos métodos que hacen recaer fundamentalmente en los padres –parece escucharse esto en las palabras de este padre- la culpabilidad por el éxito o el fracaso de las técnicas que emplea. Nos ofrecemos también a participar en un debate de estas características que su interés por la cuestión del autismo debería generar.
Como podrá comprobar, es la preocupación la que nos lleva a escribirle estas líneas. Artículos como los que usted publica últimamente producen inquietud entre profesionales y avivan un debate encendido que angustia a los padres, pues ellos no tienen por qué asistir a él, si no lo desean. En una de las últimas conversaciones con la Sra. Cristina Molina, Directora del Plan Director de Salud Mental y adicciones de la Generalitat de Catalunya, nos mostraba su preocupación por la batalla entre profesionales y orientaciones teóricas, y llamaba al consenso, en beneficio, suponemos, de la mejora de la calidad de la atención de las personas con autismo y sus familias. Creemos que un artículo como el suyo no contribuye a esta calma ni, por supuesto, genera ningún tipo de debate de ideas.
Esta es la razón por la que el próximo viernes 11 de diciembre, hemos promovido desde la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis un Foro de debate sobre autismo y educación. Esperamos en estos momentos a los más de 450 inscritos y a los cincuenta invitados, venidos de diversas partes de Europa. Escucharemos a padres, madres, psicólogos, logopedas, psiquiatras, psicoanalistas, maestros, educadores, musicoterapeutas, representantes políticos e, incluso, a algunas personas diagnosticadas de autismo. Un anticipo de todo ello lo encontrará en el Blog del Foro (http://autismos.elp.org.es).
Pretendemos reflexionar sobre el modo como los llamados autistas acceden, uno por uno, a la educación, a los aprendizajes, al lenguaje, a la comunicación, en definitiva a los diferentes lugares de los discursos que regulan las relaciones entre las personas.
Cabe la posibilidad de que usted no haya tenido noticia de este evento, antes de realizar el artículo objeto de esta carta, pero aprovechamos la ocasión para invitarle formalmente a que venga a escuchar lo que allí va a debatirse. Podrá constatar cómo la cuestión de la educación no es dominio solo de algunos y que los psicoanalistas lacanianos, lejos de pretender para todos lo que funciona únicamente para algunos, nos mantenemos en la evidencia de que sabemos poco sobre el autismo y que lo más efectivo está por inventarse.
Iván Ruiz
Codirector del Foro sobre autismo “¿Insumisos de la educación?”
9 de diciembre de 2015
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