Secuencia prevista para el día del Foro.
Poetas, analizantes, profesores. Estas categorías pueden convocar a diferentes personas que se encuentran en el esfuerzo de decir las cosas de una manera por lo menos singular, en el gesto constante de arrimarse con la sonoridad de las palabras y el trazo de las letras lo más cerca de la existencia. Y la existencia sabemos no está exclusivamente referida a lo presente.
Es por ello que lo ausente, la ausencia, la falta, es algo que tenemos bastante en cuenta cuando pensamos en la cuestión de transmitir eso que vive un sujeto. Podemos pensar rápidamente en relación al autismo, en la acentuación de la dificultad del testimonio cuando nos encontramos con la ausencia de palabras, o en aquellos casos de sujetos cuya relación con el otro al que “deben comunicar” está cortocircuitada y presentan eso que desde el discurso actual se le llama “falta de empatía”. En relación a este primer problema lo que surge como una propuesta a priori es que la ausencia de palabras, o la ausencia de empatía, no es la ausencia del decir. Más bien una rendición así, de parte de los profesionales que acogen a los sujetos llamados autistas, una rendición en el sentido de dejar de suponer que incluso en el silencio más radical hay un decir, implicaría un abandono de muchos sujetos a la merced del automatismo que se instaura como consecuencia del esfuerzo de defenderse de lo ajeno, de lo que se muestra como amenazante, o radicalmente extraño. Otra vertiente de la ausencia que vemos aparecer en el testimonio de los profesionales y en el quehacer diario de los sujetos en cualquier ámbito y que asimismo le damos un lugar en el foro, es la de la ausencia de los cuerpos, y para ello tendremos que investigar sobre lo necesario de “estar en cuerpo” o no estarlo, si se quiere sostener el acto educativo, o el acto clínico, o el acto enunciativo mismo.
La convocatoria a este Foro sobre autismo es la de poder decir algo sobre la experiencia de la educación, afilar lo mejor que podamos el entendimiento sobre la insumisión, apuntando al anhelo de hacer legibles las fisuras, y los tajos que la misma insumisión genera, pero no la insumisión sola, sino ella con sus causas y su derivas, la insumisión como rasgo único de cada ser hablante.
Para ello tendremos lugar de escuchar a los profesionales en sus prácticas, a los políticos con sus experiencias, y también en una secuencia especial sobre testimonios, a los familiares, y a los propios sujetos diagnosticados de autismo.
Para proseguir con este trabajo tomaremos una indicación de Giorgio Agamben quien habla del testimonio como algo que padece de lo mismo que eso que él llama la aporía del conocimiento histórico que sería: “la no coincidencia entre hechos y verdad, entre comprobación y comprensión. Entre el querer comprender demasiado, y demasiado deprisa, de los que tienen explicaciones para todo y la negativa a comprender de los sacralizadores a cualquier precio, nos ha parecido que el único camino practicable es el de detenerse sobre esa divergencia. (…) Sin embargo, dado que a partir de un cierto momento se ha revelado como evidente que el testimonio incluía como parte esencial una laguna, es decir, que los supervivientes daban testimonio de algo que no podía ser testimoniado, comentar sus testimonios ha significado de forma necesaria interrogar a aquella laguna o, mejor dicho, tratar de escucharla. Prestar oídos a tal laguna no ha resultado, para el autor, un trabajo inútil.”
Nuestra propuesta es que para los asistentes al Foro tampoco lo sea.
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