En(llaç) juega en catalán, con la resonancia de «enlace», y posiblemente una homofonía cercana a «un lazo».

Dentro de la experiencia inaugural de lo que hemos llamado En(llaç), un espacio y tiempo de encuentro de adolescentes para favorecer el vínculo con los otros, procuramos un lugar a lo singular de cada individuo, en donde se privilegia lo variable y particular del vínculo que pueda hacer con el Otro. Con una breve viñeta, quisiera destacar un momento de esta experiencia.

Un caluroso día de verano teníamos estipulado realizar un taller de aguas. Todo empezó con una divertida guerra de globos con agua entre los intervinientes. Àlex, un chico quien en la mayoría de las ocasiones intenta mantener al Otro lo más lejos posible, se encuentra de pronto en un espacio en donde entre risas, los globos de agua volaban de un lado al otro. Al cabo de un rato, accede a recibir algunos globos para acercárselos a la boca. Unos cuantos le explotan y ríe.

Más tarde, los globos de agua se acabaron y con los intervinientes empezamos a tirarnos el agua que había quedado en las hieleras donde estaban los globos. Àlex se incluye en el juego saltando y riendo entre el agua que se lanzaba.

Luego dos intervinientes suben a la cocina a preparar unas bebidas refrescantes y Àlex se queda con otros dos intervinientes quienes le hacían una especie de “lluvia de agua” que caía sobre su cuerpo y él disfrutaba de sentir cómo el agua lo cubría. Pedía con palmadas al cuerpo del otro para que continuara.

Salen a comunicarnos que estaban ya listas las bebidas refrescantes, respondo que subiremos. Luego de unos minutos, me levanto y empiezo a subir las escaleras sin decir nada, al cabo de un rato, Àlex sube detrás de mi y se sienta en la mesa con otros a beber los refrescos que habían preparado. A pesar de que Àlex no hable (o casi nunca lo haga) y parezca no prestar atención, aquí nos muestra su manera de estar distraídamente muy atento.

Bebiendo los refrescos, se levanta y entra a la cocina, encuentra una bolsa de patatas y un interviniente le dice que la lleve afuera para que se la abran. Sale, me la entrega, la abro y empiezo a repartir patatas una por una, a él y a otro interviniente. Sorprendentemente Àlex puede esperar a recibir una patata a la vez, comerla y luego, con unas palmadas en mi cuerpo, hacerme saber que quería otra. Le ofrezco a otros también de la misma manera.

Justamente esta escena se podría poner en oposición a lo que nos encontrábamos en cada taller, en donde Àlex entraba directamente a la cocina a abrir la nevera y meterse sin mirar lo que encontrara, a la boca, satisfaciendo así compulsivamente la pulsión oral.

Pensando en estas dos cuestiones, la distancia con el Otro y la fuerza con la que se le impone la pulsión oral a este chico, nos encontramos con dos momentos en donde se produce otra cosa. Uno, el acercamiento de Àlex a los otros en la actividad con globos y con las bebidas refrescantes, sin haber una demanda previa, si no más bien una invitación distraída por parte de los intervinientes. Y dos, el poder esperar a recibir una patata a la vez y pedir, a su manera, más.

Así entonces, pensando en la particularidad del vínculo en este chico es que podemos aislar estos momentos en donde se vislumbra algo de un enlace con el otro.