«La instancia de la voz está siempre presente en la medida en que debo localizar mi posición con respecto a una cadena significante, y en la medida en que se considera esta cadena significante siempre en relación con el objeto indecible. En ese sentido, la voz es exactamente lo que no se puede decir.» pág. 16
«De la voz uno no se sirve sino que ella habita el lenguaje. Ella asedia y basta decir para que emerja, para que surja la amenaza en lo que se puede decir. Si hablamos tanto, si hacemos nuestros coloquios, nuestras charlatanerías, si cantamos y si escuchamos a los cantantes, si hacemos música y si la escuchamos, la tesis de Lacan, según mi punto de vista, comporta que todo eso se hace para hacer callar a aquello que merece llamarse la voz como objeto a». Pág 17
Miller, J. A.: Jacques Lacan y la voz, en Rev. Freudiana núm. 21