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CARTA EN VERSIÓN PDF

Te sorprenderá que me dirija a ti con el calificativo prudente. Al educador prudente. ¿Es eso, la prudencia, lo que se espera realmente de tu función? ¿No es más bien el educador, aquel que se anticipa con su deseo a la aparición de un signo de interés? Sí, se convino en llamar a eso acto educativo. Pero si se trata de un acto, de una decisión tomada desde la anticipación, ¿Dónde queda la prudencia?
Señalas con acierto que en el título que hemos escogido para el próximo Foro sobre el autismo hay un abuso de los términos empleados. ¿Lo hemos pensado bien antes de denominar al autista insumiso? Tenías razón, lanzar una pregunta es también, de algún modo, afirmar lo que se cuestiona. Entonces, si llamamos insumiso al autista, nos vas a pedir una justificación precisa.
Adviertes que la educación no está reñida con el autismo, pero tampoco desconoces que no es tarea fácil hacer tu labor sin la complicidad de quien debe aceptarlo. De igual modo, el sentido común no sirve si se trata de evaluar el grado de satisfacción de tu educando. Quien calla, otorga se convierte para el llamado autista en una traición de la lengua a su no silencioso.
Nos aclaras que, en tu quehacer diario, el autista de manual no existe. Que cada persona con autismo es claramente diferente a cualquier otra. ¿Para qué, entonces, los protocolos para todos los autistas? Me permitirás que no me refiera aquí a las verdaderas razones, pues son de otro orden. Pero, en efecto, es por ello que nosotros hablaremos de autismo, más que de autistas.
Y añades, aprovechando la ocasión, que un foro llama al debate. Por supuesto, la urgencia en la que te encuentras nos lleva a promover un debate con el fin de hacer aparecer el malestar de los educadores, de los docentes, de los acompañantes, de los familiares que, prudentes, conocen los límites de su acción. El discurso educativo no necesita de reflexión para seguir funcionando. Pero, si no se conocen los límites de su acción, tampoco los efectos que produzca van a ser localizables.
Ser prudente no significa no hacer nada. La educación debe volverse permeable a cada sujeto, nos dices. En efecto, pero ¿Qué hacer en el campo del autismo, cuando es el sujeto quien no es permeable a esa educación? De esta manera, la reeducación, como tú sospechas, ¿no es la respuesta desesperada al fracaso de lo educativo? Deberemos así estar atentos a lo que nos revela tu prudencia. Y nos sumaremos, entonces, al elogio de Baltasar Gracián: ¡Oh, gran maestro aquel que comenzaba a enseñar desenseñando! Su primera lección era de ignorar, que no importa menos que el saber.”
¡Ah! Como buen observador, ¡No se te escapó que me quedó hablarte de la insumisión! Si finalmente el llamado autista es un insumiso de la educación, ¿cómo hacer para no idealizar esta posición? Por otro lado, algunos autistas han obtenido un reconocimiento social que hace deseable su solución para otros. ¿Por qué ser diagnosticado de Trastorno del Espectro Autista si se podría obtener la catalogación de De alto rendimiento?
Habrás tenido noticia del mundo de imágenes y palabras que Owen Suskind creó con las películas de Disney. A esto, lo llamamos, los psicoanalistas, la solución encontrada por un sujeto para sostenerse en el mundo. Sin embargo, esto no es exportable, por ejemplo, para aquellos otros que ven una y otra vez fragmentos escogidos de esa misma factoría. Convertir la solución de Owen en un método es un error, del mismo modo que descartar otros hallazgos no tan exitosos es una nueva forma de segregación en el interior mismo de las instituciones.
Pero, de acuerdo, tomamos tus precisiones con suma consideración: ¿Es el rechazo, en el autismo, una posición sin matices ni fisuras? ¿El llamado autista, lo rechaza todo o podemos, como dices, considerar algo de lo que él hace como si de una invitación a estar con él se tratase? Y finalmente, la insumisión, ¿no implica de hecho la existencia de un otro ante el cual no ser sumiso?
Vamos a trabajar tus preguntas. Lo haremos el 11 de diciembre en Barcelona, en el Foro que estamos organizando en el Auditori Axa, y también, desde ya, en el Cuaderno del Foro, que hoy lanzamos.
Permíteme que añada algo más: Quizás tengamos que convenir que el aislamiento de los demás, que se suponía en el autismo, no es sino un rechazo a la sumisión al otro con la que el sujeto interpreta todo lo que es educativo. Es claro, deberíamos haber llamado a este foro Convención, pues es lo que esperamos obtener de los que, como tú, estén presentes ese día: Algunos de los principios que deberían regir la invitación de llevar el autismo a lo educable. Tu prudencia, educador, es ya uno de estos principios.

Iván Ruiz
Co-director del Foro sobre autismo 2015
Escuela Lacaniana de Psicoanálisis