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Una observación rigurosa del funcionamiento autístico permite detectar su necesidad de acomodarse absolutamente a las reglas. El autista no rechaza al otro sino que está en la búsqueda de un “Otro de síntesis” [1] que le asegure unas reglas absolutas. Por medio de este Otro de síntesis, “el sujeto autista persigue encerrar lo simbólico en un campo circunscrito, con el fin de volverlo completamente controlable, hacer de él un nudo de coherencia y de referencias fijas que le den seguridad.”

Sin embargo, esas exigencias del propio autista entran en colisión en un momento dado, sobre todo si lo que está en cuestión es el surgimiento de la sexualidad en la pubertad que irremediablemente sus semejantes le hacen presente.

Manuel presenta una dificultad para las matemáticas que intenta abordar con la memorización y con largas horas de estudio siguiendo los consejos del padre. Pero en las entrevistas, Manuel pone el acento sobre todo en situaciones que ponen en peligro su barrera frente a la angustia: el ambiente ruidoso, los chicos que no estudian, “que pierden el tiempo”, “que se drogan”, que solo piensan en las chicas, o las chicas que suspenden “porque solo se ocupan de sus conversaciones de móvil”, “cosa que está prohibida en el instituto”. Se trata de una descripción de los hechos, repetitiva y sin interpretación, donde no cabe ningún cuestionamiento y que por momentos recuerda el discurso de un sujeto débil.

La sugerencia de que quizás haya que encontrar “un truco” para las matemáticas, le pacifica y le ayuda a aprobar aunque no le invita a renunciar a las indicaciones paternas, donde se siente seguro. Sin embargo, más adelante se le ocurrirá por primera vez plantearse realizar un viaje con sus compañeros y luego participar más de cerca en una de las actividades conjuntas: en vez de sumarse a sus “gamberradas” se le ocurre tomar nota y “hacer de periodista”.

De ahí en adelante ya no serán los exámenes de matemáticas lo que inquietará a Manuel. De hecho, pudo decir que ese miedo venía de lejos y señalar el momento en el que estando en primaria tuvo que habérselas con un profesor de matemáticas que “no era un buen enseñante” y que le daba miedo.

Ahora se interesa por la literatura. Tuvo que hacer una composición sobre “El diario de un adolescente” y para hacerlo lo leyó 10 veces. El libro trata de las desventuras de un adolescente con las chicas, con su cuerpo, con los estudios. Cada vez que lo leía “se moría de la risa”, hasta el punto de que sus risas llamaron la atención del padre, que se alarmó pero lo dejo pasar.

Esta fue la ocasión de preguntar directamente a Manuel: ¿qué pasa con los adolescentes? Su respuesta fue rápida: «estamos todos un poco perdidos»

 

Carmen Cuñat, es psicoanalista en Madrid, Analista Miembro de la Escuela la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Docente del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano en Madrid. Presidenta de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, periodo 2010-2012. Participó activamente en la realización del primer Foro sobre Autismo que llevaba por titulo: “Lo que la evaluación silencia: el autismo” (Barcelona 2010), promovido por la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, y moderó la secuencia: «Evidencia científica y autismo», en el Foro del 2015.

[1] Maleval, Jean-Claude. El Autista y su voz. Gredos, Barcelona, 2011, p.170-195