“Se empieza por decretar que únicamente el rasgo conductual es objetivable y observable. Se afirma después que sólo la supresión de la conducta juzgada como inapropiada, obtenida por un método que apunta específicamente al cambio conductual es, ella también, objetivable y medible. Se concluye necesariamente, entonces, que solo un método destinado a erradicar (por medio de castigos y recompensas) cada rasgo conductual considerado como desviado permite hacer aparecer resultados objetivables y medibles con la certeza de una relación estricta de causa-efecto.

Se dejarán de lado todos aquellos sujetos que no pueden seguir el protocolo, por el hecho de que lo rechazan, porque lo abandonan o lo padecen. Se considerará también como una cantidad insignificante las dificultades por hacer variar las conductas así condicionadas en entornos diferentes a aquellos en los que la reeducación se aplica. Se considerará que el «sesgo de la medida» borra estos límites y estas vicisitudes que constituyen problemas indeseables pero insignificantes.

Ahora bien, las objeciones contra el método ABA y sus pretensiones dominantes son muchas. Surgen de diferentes fuentes y, en primer lugar, de los sujetos autistas.”

Extracto del capítulo “Educación y aprendizaje” del libro «La batalla del autismo». (Ed. Grama, 2013).