“TESEO[…]No te mato a ti sino a tus actos, al eco de tus actos, su resonar lejano en las costas griegas. Se habla ya tanto de ti que eres como una vasta nube de palabras, un juego de espejos, una reiteración de fábula inasible. Tal es al menos el lenguaje de mis retóricos[…]”

Los Reyes, de Julio Cortázar.

El encuentroWatch Full Movie Online Streaming Online and Download

H. tiene 7 años cuando me encuentro con él por primera vez. El encuentro se produjo porque la familia de H. necesitaba a alguien que trabajase con él en el contexto familiar. Esa necesidad se debía a las acciones de H. hacia los otros; golpeaba con frecuencia y con fuerza, gritaba desesperadamente y su modo de pedir las cosas era con agresividad. Además era muy difícil poder tratar con él, las palabras le angustiaban: podía pasar minutos enganchado a una palabra, repitiéndola, llorando y golpeando a aquél que la había pronunciado. Por otro lado, no soportaba cuando su hermana, más pequeña que él, gritaba en casa o lloraba; H. debía irremediablemente golpearla en la espalda o caía en una agonía insoportable.film The Discovery streaming

Por mi parte, las primeras aproximaciones con él fueron intensas, con golpes fuertes y repetitivos. En las primeras intervenciones traté de quedarme quieto, en silencio, aguantar los golpes y decir “Me voy, no quiero que me peguen más”, acto seguido me marchaba de su habitación y cerraba la puerta. El hecho de salir de la escena, a no ser que fuese una situación demasiado invasiva para él, los golpes de H. hacia mí disminuyeron considerablemente.

 

Dejar la escuela y crear un lugar

H. dejó el aula CyL (en un colegio ordinario) donde pasó gran parte de su escolarización. Ese lugar era para él y sus padres insoportable. Las palabras que venían del profesorado siempre eran negativas y culpabilizantes, pesadas y dañinas para los padres. Estaban desesperados. Cambiaron de medicación, ofrecieron ayuda al colegio para que recibiesen a alguien para que trabajase con H. y conseguir que dejase de pegar. Pero al final, con ayuda de la neuropsiquiatra, lo sacaron de allí: los últimos 3 meses del curso. En ese periodo de tiempo estuve con él en su hogar. Cuando él quería algo de comer lo pedía golpeando y palabras inconexas. Poco a poco, mientras me golpeaba le decía: “Si H. quiere comer puede pedirlo” y le daba la comida que él que quería. Y así fui haciendo cuando H. pedía algo agresivamente; juguetes, salir a pasear, ver la televisión, etc… H. empezó a utilizar las palabras para pedir aquello que quería, ya fuese con una simple palabra o diciendo primero “Iván, quiero…”. Mi postura debía ser no invasiva, hablar despacio y con calma y mostrarle que cuando él me lo pedía con palabras o gestos o llevándome hasta lo que quería, el otro lo entendía y podía dárselo o no.

A veces, cuando no era posible dar aquello que demandaba, se enfadaba considerablemente y volvía a golpearme. Por ejemplo, cuando llamaba a su madre o a su padre y ellos no estaban en casa. H. decía “quiero ver a mamá”, y cuando la buscaba y no la encontraba lloraba y venía a golpearme . En esos momentos le decía “H. está triste”, “La mamá vendrá más tarde”, “El papá fue a comprar, vuelve en 10 minutos”, “H. sabe esperar, aunque sea difícil”, etc… O también le daba la opción de poder elegir imágenes para guardarlas en un álbum para él o cortarlas, imágenes que él elegía y donde ellos salían. De este modo le daba un lugar a la imagen de sus padres o cortaba una imagen dejando los trozos en un cubo de plástico, y su malestar disminuía.

A día de hoy H. tiene 9 años y ha encontrado sus modos de regular esa angustia y sus padres han conseguido entenderle y escolarizarlo en un colegio especializado en TEA donde se respeta su individualidad.